El Rafita se presentará si nos extinguimos por sexta vez



Zapatero dará la cara si la cosa no se arregla. No sé qué es peor, que el tipo simplemente mienta, explicando por qué se presentará de todas todas (si hay crisis para dar la cara y si no la hay porque ¡lo habrá arreglado todo!), o que esté tan endiosado que piense que las elecciones sirven precisamente para que ÉL dé la cara, en plan la doncella de Orléans, aunque salga malparado.





«Objetivo: frenar la sexta gran extinción».

Así titulan en El Mundo la noticia sobre una cumbre que se va a celebrar en Madrid, sobre biodiversidad. Seguro que en el programa, a media mañana, después de un refrigerio, hablarán sobre la construcción de arcas en el Himalaya.





Hoy, en El Mundo he leído al señor ese que preside el Movimiento contra la Intolerancia (antes Jóvenes contra la intolerancia hasta que su presidente ya sólo le parecía joven a sus abuelos) decir que el caso de El Rafita demuestra el fracaso de la Ley del Menor sobre no sé qué. Como no dice que demuestre el fracaso en el propio caso de El Rafita, por resultar una perogrullada, pero sólo se refiere al caso de El Rafita, y a ninguno más, habrá que concluir que pretende que el fracaso en el caso de El Rafita demuestra que la Ley fracasa en todos los casos que no son el caso de El Rafita. El ex-joven progresa adecuadamente. Lo demuestra su opinión sobre el concreto caso de El Rafita.

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Quiero ser un inteligente emocional



Tengo una pregunta para ustedes.

¿Qué hay que hacer para caerle bien a la gente? Siempre he disimulado, en plan tipo nietzschiano que salta de cumbre en cumbre, sobre mi torpeza -supuestamente inexistente- y mi interés -supuestamente nulo con sonrisa- en tan particular cuestión, pero ya no me importa demasiado reconocer mi mendacidad (al paso que voy, dentro de poco, podré sacarme la chorra en público sin necesidad de llevar una cogorza de cuidado, tal es mi evolución personal). La verdad es que la profesión que me escogió me ha ayudado a mecanizar ciertos comportamientos, y con paciencia y algo de suerte, he llegado a ser capaz de mantener un comportamiento aparentemente natural durante un par de horas, sin que se note mucho mi «programa» de actuación. Sin embargo, ahora, quiero dar un paso más. Alguno de ustedes puede ayudarme, estoy seguro. ¡¿Qué hacer?!, que diría mi alter ego el maestro Mangiacaprini, para dejar de aparentar naturalidad y ser natural. Desde siempre he advertido en algunos especímenes esa capacidad innata para caer bien. Quizás alguno de ustedes pertenezca a ese grupo de escogidos que hace lo mismo que tú y a él le sonríen y aplauden y a ti te miran como si fueras una hormiga inmunda. Ojo, no quiero más «programas». De ésos estoy más que surtido: chistes variados, conmiseración, melancolía, temas varios de interés general, espolvoreado de tacos, alusiones a la vejez y hasta cierto despiste. Además, puedo ser moderadamente borde dentro del «programa», cuando de trato profesional se trata, ya que todo el mundo espera que su abogado sea un cabrón sin entrañas. Pero no, no quiero nada de eso. Quiero auténticas respuestas. Algo así como un yoga emocional. Si hace falta estoy dispuesto a realizar ejercicios matutinos.

Soy todo oídos.





Cuidado con Yo soy Bea.





He buscado esto, porque … (ejem: lo que hay en medio ha sido censurado) … y he mandado este diálogo:

1.- El diario de Ella

El sábado por la noche lo encontré raro. Habíamos quedado en encontrarnos en un bar para tomar una copa. Estuve toda la tarde de compras con unas amigas y pensé que era culpa mía porque llegué con un poco de retraso a mi cita, pero él no hizo ningún comentario.La conversación no era muy animada, así que le propuse ir a un lugar más íntimo para poder charlar más tranquilamente.
Fuimos a un restaurante y él se seguía portando de forma extraña. Estaba como ausente.
Intenté que se animara y empecé a pensar si sería por culpa mía o por cualquier otra cosa. Le pregunté y me dijo que no tenía que ver conmigo.Pero no me quedé muy convencida.

En el camino para casa, en el coche, le dije que lo quería mucho y él se limitó a pasarme el brazo por los hombros, sin contestarme. No sé cómo explicar su actitud, porque no me dijo que él también me quería, no dijo nada y yo estaba cad a vez más preocupada.

Llegamos por fin a casa y en ese momento pensé que quería dejarme.. Por eso intenté hacerle hablar, pero encendió la tele y se puso a mirarla con aire distante, como haciéndome ver que todo había terminado entre nosotros.

Por fin desistí y le dije que me iba a la cama. Más o menos diez minutos más tarde, él vino también y, para mi sorpresa, correspondió a mis caricias e hicimos el amor. Pero seguía teniendo un aire distraído.

Después quise afrontar la situación, hablar con él cuanto antes, pero se quedó dormido. Empecé a llorar y lloré hasta quedarme adormecida. Ya no sé qué hacer. Estoy casi segura de que sus pensamientos están con otra. Mi vida es un autentico infierno

2.-Diario de Él.

Ayer perdió el Madrid. Al menos eché un polvo.