Hechos, no palabras


Acabo de despedir a mi jefe de campaña. Soy una persona tolerante, y puedo llegar a comprender muchos «vicios» privados. ¿Quién no tiene alguno? Siempre, claro, que no afecten al trabajo. Si se quiere ofrecer una alternativa ilusionante, basada en el esfuerzo, en el compromiso, en la eficacia, hay que ser duro con los que, por la razón estupefaciente que sea, producen cosas como ésta:


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Rara Barcelona


Tuve que entrar para aclarar el significado del rótulo.
Y en efecto: Los vendedores eran un señor de unos
65 años y un gañán que no pasaría de los doce.

Lo del zumo lo pillé en seguida, pero lo del planchado…


Para que luego digan que los andaluces son exagerados.