Soy Cayetano de Arganzuela; mi padre se murió, prepárate para matarme.

El amigo Ejecución infinita (se paseó alguna vez por aquí, ahora viene disfrazado, me malicio y otras veces usó otro disfraz) dio hace dos días un contrapunto final a la semana ajedrecística que hemos vivido. No se quejaran los ignotos; ha dado para nociones de jaque mate, zugzwanz y mate kamikaze.

El mate kamikaze es una variante del ajedrez no muy practicada ni extendida pero muy curiosa. Quizá el amigo infinito la desconozca. Yo supe de ella a través de un libro de problemas de ajedrez que aún guardo en un desván. De entre las muchas variantes de problemas de ajedrez hay uno que se llama automate.

El problema de automate refiere a preguntas del tipo: blancas juegan y reciben mate en x movimientos. Hmmm no crean que es fácil jugar al automate kamikaze. Se juega bajo la premisa de que los dos bandos quieren perder. Y que el que pierde, gana.

Los que ya hayan transitado por el mundo del escaque sabrán del mate del león: la partida más corta posible del ajedrez normal. No se trata de un automate porque las negras no tienen que seguir los deseos de las blancas: pueden jugar igual de locas.

Una partida en la que los dos bandos jugaran a perder se desarrollaría con unas estrategias diferentes a las de la partida normal. Si es que tal partida negativa pudiera llevarse a cabo. Por eso el automate es una cuestión de problemas.

Como ejemplo canónico el wikipédico, de Pauly 1912. Blancas juegan y se dan mate en dos.

Pauli 1912, automate en dos

En una partida normal 1. g8=S es mate y a otra cosa mariposa. La coronaciones en c8 tienen el problema de que presentan una pieza que eventualmente podría parar un jaque del alfil negro al tomar en g2; cualquier otra coronación en g8, también. Si el caballo se mueve, el rey negro mueve y huye, no hay forma de forzar el automate. Si los otros peones blancos avanzan dejarán huecos por donde huirá el peón negro de e7 o el rey negro. Así, la clave es 1. c8=S!! (esta coronación no protege al rey blanco si el alfil negro toma en g2) y las negras están en zugzwanz. Si capturan el alfil ya es mate, y eso es lo que no quieren. Si avanzan el peón a e6, entonces g8=B deja como único y útimo movimiento la captura del alfil blanco en g2 jaquemater. Si capturan el peón de f6, la blancas recapturan y, de nuevo, tendrían que volver a capturar en g2 y matar sin redención al rey blanco. Dije redención, no compasión.

Automate, el mate kamikaze.

19 comentarios en “Soy Cayetano de Arganzuela; mi padre se murió, prepárate para matarme.

  1. El mismo domingo en que se publicó el artículo de Javier Cercas, recibí también una carta de Francisco Rubio en la que rebatía los argumentos expuestos en “Rico, al paredón”. El jueves recibí otra larga carta del mismo lector. Para entonces el artículo de Cercas había provocado otras reacciones y una fuerte controversia, a la que el lector se refiere. Reproduzco primero la carta del domingo, y a continuación la del jueves.

    “Aprendo en Rico, al paredón (El País, 13/02/11), de Javier Cercas, que no sólo soy un perturbado, sino además (lo dice en griego, para mayor claridad) un agélastes. No es que me queje. Puede que tenga razón. Sólo que Javier Cercas (abundando en el artículo de Francisco Rico sobre el tabaco) primero me perturba y luego me llama perturbado.
    Insinúan Cercas y Rico que la verdad funciona igual en todos los relatos: “La validez de un argumento es independiente de quien lo esgrime” (Cercas). “La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”, le espetó Rico a usted.
    Depende de dónde prediquen Agamenón y su porquero, como dirían los de Martes y 13 (y el psicólogo Paul Ekman, en Cómo detectar mentiras), la verdad es lo mismo pero no es igual. Si Kafka me cuenta que un hombre se ha transformado en un insecto, admiro la invención del novelista. Si me lo cuentan en El País, me alarmo porque en una novela o en el teatro sé a lo que voy. En El País también porque me fío de él, otra cosa es que no me fíe. Animo, por lo tanto, a Javier Cercas a que escriba ese supuesto artículo sobre su madre dentro de la nevera, en lugar de atribuírselo a Millás, y que lo envíe a El País a ver qué pasa. Si Francisco Rico me contase en una ficción que él o uno de sus personajes fuma o deja de fumar, no me engañaría. En El País, en efecto, me perturba.
    Cercas y Rico pasan por alto la información, perteneciente a la enunciación, que lo enunciado lleva consigo. (…) : “estas orejas tan grandes son para oírte mejor” es un enunciado mentiroso pero “voy a llevarle esta cestita a mi abuelita” es un enunciado que es verdad dentro de la enunciación del cuento de Caperucita, que es mentira pero no me engaña si sé que me están contando un cuento. Así, dentro de la novela (o en El País), los lectores percibimos también grandes verdades, verdades minúsculas y mentiras, de acuerdo a la parcialidad de los personajes. No es igual un fumador a favor del tabaco que un no fumador, ni la misma pose caballeresca (el mismo enunciado) es igual de verdad en Amadís, Sansón Carrasco, don Quijote o el ventero. Si esta reflexión llegara al propio Rico, diría que a él (lector atento de estos juegos de espejos sobre la verdad en la obra de Cervantes, aclarados por Riley, por si alguien no se había dado cuenta) todo eso y mucho más le resulta tan conocido, que podría disertar con la autoridad que aquí falta, por lo cual su afirmación de que no era fumador en su artículo sobre el tabaco fue calculada y, para nada, inocente. Como poco, buscaba una ventaja para sus argumentos. Pero es posible que el profesor calculara además para que se hablase de su artículo, aunque fuese mal.
    Según Cercas, que Rico escriba que en su vida ha fumado es como si Nadal dijera que nunca ha cogido una raqueta, un rasgo de humor. Cuánto debieron de reír los que conocen al profesor Rico. ¿Y los que no lo conocemos? Somos la mayoría. Más bien pensamos, como buenos agenoséqué, que Rico se rió de nosotros pues, por seguir con la teoría literaria, tan usada por Cercas en su artículo, la diferencia entre la tragedia y la comedia es que en esta nos reímos pero en la primera son los Dioses o el Destino los que se ríen. Ríen porque Ellos saben algo que nosotros no sabemos, mientras que en la comedia nosotros sabemos algo que los personajes risibles ignoran. Ese es el quid de la cuestión: las relaciones entre humor e información.
    Cuando leímos el artículo de Rico, los que admiramos su obra sin tener el gusto de conocerle, como por ejemplo su edición del Quijote, que ha llegado a mis manos sin ningún agujero producido por alguna colilla indiscreta, al principio pensamos algo así: Un hombre tan sabio hablando a favor del tabaco … y encima no es fumador. La reacción sobrevino cuando descubrimos que fumaba como un carretero. Evidente que Rico, con la última frase de su artículo, buscaba provocarla: o antes (qué gracioso) o después (qué mentiroso). Humor e información van unidos y una mala mezcla puede resultar trágica, en vez de cómica, como nos lo enseña la fábula del pastor que avisaba, por tener qué reír, de que venía el lobo.
    Con todo, ¿la comparación de Francisco Rico con Rafa Nadal es exacta? Me gustaría que, en España, la popularidad de un intelectual de élite fuese la de un deportista de élite pero no es así. No sólo se sabe a qué se dedica Piqué, sino que se aspira a saber quién es su novia, mientras que al profesor las cámaras no le siguen para ver si fuma, al contrario de lo que hacían con Frank Rijkaard. Lo que sí se sabe es que Rico es una autoridad, un filólogo, un académico. Por eso mismo, su caracterización como no fumador, con los argumentos adjuntos, es perturbadora, porque su artículo se publicó porque lo escribía una autoridad (a mi no me lo habrían publicado). Agamenón, abusando de ella, ha pretendido colarnos las verdades del porquero. Que no nos vengan, pues, con que la verdad es la verdad: el argumento de autoridad existe y el abuso de autoridad también. La comparación de Cercas no resulta menos perturbadora. Más cierta (pero menos eficaz para los intereses del articulista) sería así: que Francisco Rico diga que en su vida ha cogido … un libro es como si Nadal dijese … pues Francisco Rico es conocido de la mayoría por leer y escribir, no por fumar.
    El profesor Rico se ha quejado de que, centrados en su rasgo de humor, nadie ha atendido sus argumentos. Pero es el propio Rico el que ha desviado la atención, mediante ese «toque personal», en una práctica más propia del fútbol que de la ciencia, pues recuerda a las provocaciones de Mouriño para atraer la tensión sobre sí y no sobre sus jugadores (los argumentos).
    Frente a la comedia (o lo que sea) de Francisco Rico, llegará, por fin, con el buen tiempo, la tragicomedia de los que no somos héroes o personajes de periódico: cuando tenga que ir por la playa apartando colillas sin parar, por delante de mi hija pequeña, tan amiga, como todos los niños, de jugar con la arena. (…) Y encima hay que aguantar que Javier Cercas nos hable en griego porque no nos queremos reír”.

    ……………………………………………………
    El jueves 17, el mismo lector me envía esta nueva, y nuevamente extensa pero intensa, reflexión:

    “Estimada Defensora del lector de El País:
    El pasado domingo, tras leer el perturbador artículo de Javier Cercas, le dirigí a usted un correo en el que, entre otras cosas, le decía: “Humor e información van unidos y una mala mezcla puede resultar trágica, en vez de cómica, como enseña la fábula del pastor que avisaba, en broma, de que venía el lobo”.
    ¿Cargué demasiado las tintas? Parece que no. De inmediato, Arcadi Espada, en El Mundo, se ha encargado de confirmar vaticinio tan tremendo. Y, si no hubiese sido Espada, habría sido otro. Y si no hubiese sido nadie, no sería porque Cercas no había abonado el terreno. Arcadi Espada no hace otra cosa, en su artículo, que llevar a la práctica las teorías que Cercas expuso el pasado domingo en El País. Javier Cercas acababa su artículo tratando de “perturbados” a los que se creyeran que Superman volaba, es decir, a los que se creyeran que Francisco Rico en su vida había fumado un cigarrillo. Perturbados tendrán que ser ahora los que se hayan creído que Cercas estaba en una “casa de tolerancia” pues, con las propias palabras de Javier Cercas, en El País, “lo que se plantea en este caso es hasta qué punto es lícito gastar una broma en un periódico. Porque, Dios santo, ¿acaso hace falta aclarar que la apostilla de Arcadi Espada solo puede ser eso, una broma?”
    Puestos a mentir para gastarla en un periódico, lo cual es lícito, según Cercas, resulta significativa la mentira elegida por Espada. Nos traslada a esa mezcla entre sexo e imagen pública, a esa abolición entre lo público y lo privado gracias a la abolición de los límites entre realidad y ficción, propia del reality show, tan de moda gracias al proceso a Berlusconi. Pero, desde que leo El País, o sea, desde su primer número, yo creía que “mi” periódico no tenía nada que ver con el reality show y aledaños. Lo que Arcadi Espada lamenta irónicamente es que el nombre de Javier Cercas “fuera citado al día siguiente en uno de esos siniestros programas televisivos que se llevan el gato del periodismo al agua, pero sólo para escaldarlo”. Y entiendo que las teorías de Cercas, en el artículo de referencia, justifican “esos siniestros programas” porque, si en el periodismo se puede mentir, aunque sea para gastar un a broma, entonces ya no hay fronteras entre verdad y verosimilitud, ni entre falsedad y ficción, que es lo que ocurre en esos programas.
    Entiendo también que las teorías expuestas por Cercas parecen situarse ambiguamente en la línea editorial de El País, y sería bueno que la Defensora del lector nos lo aclarara, porque, por más que un artículo de opinión exprese la libertad de opinión del articulista y no necesariamente la del medio que lo acoge, ha tenido que ser desde un medio rival desde donde se conteste a Javier Cercas. Mientras, El País no ha considerado de interés, entre las cartas de sus lectores, no ya las que se ocuparan de Javier Cercas en concreto, si es que las hay (…).
    Javier Cercas iniciaba su artículo con una cita. Como, a fin de cuentas, su artículo, aunque lo disimulaba, no era otra cosa que un alegato a favor del argumento de autoridad (la de su maestro, Francisco Rico), buscó al personaje más desautorizado que pudo encontrar, que le permitiera arrimar el ascua a su sardina. Y citó a Hitler. Pues bien, ahora ya no es Hitler el que exige “una campaña legal contra quienes propagan mentiras políticas deliberadas y las diseminan a través de la prensa». Es el propio Javier Cercas (y sus acólitos), con respecto a Arcadi Espada, el que la sugiere.
    Humor e información van unidos. Nos reímos de un chiste gracias a que poseemos una determinada información, que nos permite albergar unos prejuicios, y así los chistes de aquí no hacen gracia en Noruega, ni los chistes sobre homosexuales hacen ya aquí la gracia que antes (porque ahora tenemos otro tipo de información). En You Tube puede verse a los maravillosos Martes y 13 bromeando sobre una mujer maltratada: ¿eso hace ya gracia hoy, tal como está el patio? En el periodismo no caben ese tipo de «bromas» (como la de Rico, defendida por Cercas) porque tal humor necesita jugar con la información, la cual es precisamente el seguro de vida de un periódico.
    La «broma» de Francisco Rico, defendida por Javier Cercas, es discutible, porque no era tan de dominio público que Rico fuese un fumador. De esto trataba también mi pasado correo, a propósito de la diferencia, por lo que toca a las relaciones entre humor e información, entre comedia y tragedia. Aquella era la versión educada. Como es sabido, la original es: “La diferencia entre tragedia y comedia es que, en la comedia, yo te doy una patada en el culo, mientras que en la tragedia tú eres el que me la da a mi”. Cercas pretendió teorizar sobre la posibilidad de dar patadas cómicas en el periodismo, como las que salen en las películas mudas de Charlot, y lo primero que ha pasado es que la patada se la han dado a él. Ese es el problema del artículo de Cercas: que da licencia a un tipo de parcialidad que no casa muy bien con la objetividad del periodismo serio, aunque sea en el ámbito de la opinión (yo diría que esa objetividad narrativa es aún más exigible en el ámbito de la opinión). Por eso, junto al artículo de Rico, El País debió de haber publicado una foto del profesor fumando, para que la «broma» fuese lo que Javier Cercas pretende que es, y no habríamos llegado hasta aquí. No hubo tal. Así es que lo de Rico era una broma será porque Cercas lo diga.

    Le saluda atentamente, Francisco Rubio. Alicante”

  2. Imágenes de un día cualquiera en Arganzuela:

    Cómo se llevó a a cabo la investigación que dio como resutlado el descubrimiento de Arganzuela como el paraíso sexual de Europa:

  3. Esta tampoco está mal: ‘La fuerza es tan implacable para el que la posee, o cree que la posee, como para sus víctimas; a estas las aplasta, al primero le intoxica. La verdad es que nadie la posee.’

  4. Se malicia usted bien, querido robot. Gracias por haber sacado algo bueno de esa correspondencia, mal escrita por mí en tres minutos y debidamente empeorada por la edición de Espada.

    Alucinante ese ajedrecista cuántico, muy apropiado (me malicio) para estos días de ficciones factuales.

    Un saludo muy cordial.

  5. Hoy Cercas se quita la razón a sí mismo (en otro tema, nada que ver con el tema de la semana)

    Dice que el pinganillo del Senado no sale barato, porque es reconocer la pluralidad y ese reconocimiento de la pluralidad es la base de la libertad y el progreso, y ha proporcvionado a «este país las tres décadas de mayor libertad y progreso de los tres últimos siglos.»

    Si hemos tenido esas tres décadas tan güais SIN PINGANILLOS, joder, ¿para qué gastarnos 250.000 en ellos?

  6. releo mis dos comments y para variar… he metido la pata:

    en el primero, donde dice «no sale barato» debe decir «noS sale barato»

    en el segundo, donde dice «no murió» debe decir «no murió entonces»

    Putos blogs que no permiten editar comentarios !

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