Asoma y verás

Hace unos años, y durante cierto tiempo, anduve como Poe, borracho sin causa. Eso leí en el famoso ensayo de Cortázar que aparecía en los cuentos completos en dos volúmenes de Alianza; que Poe no era borracho, que bebía un poquito y se cogía unos trozos equinos. Lo mío fue peor, porque ni siquiera bebía. Todo empezó con unos pitidos insistentes en el oído. Yo miraba alrededor buscando al hijoputa que pitaba en mi oído. En algún momento de desesperación me fui a mirar al espejo, para ver si pillaba al homúnculo maligno emboscado detrás de la oreja. Cuando el pitido degeneró en borrachera constante, acudí a uno de esos tipos que usan el método de ensayo-error, conocidos como médicos. El sujeto (supongo que después de oler mi aliento) decidió que lo mío no eran síntomas de la común enfermedad del etilismo, sino vulgares mareos originados por alguna causa misteriosa. A mí el nombre me daba igual. Solo quería curarme, aunque para ello tuviera que terminar como un alcohólico. Cambié de curandero, no por desconfianza en sus conocimientos, sino por la sospecha de que, el primero, tenía paquetes de acciones en todas las farmacéuticas de occidente y había decidido mejorar los resultados del primer semestre a costa de mi bolsillo. El segundo me pareció más atinado, básicamente porque tras dar un nombre a mi dolencia decidió que no necesitaba medicarme (también porque en su consulta había un cierto olor a formol que yo conocía de la época en que mi hermano, también curandero, se presentaba con pedazos de congéneres recientemente fallecidos —no los usamos para ningún caldo, que conste—). El segundo Frankenstein me dijo que lo que tenía que hacer era dejar de echarme en el oído una salsa de mantequilla, limón, sal y perejil, y que eso era lo que explicaba mi ausencia de equilibrio mental, espiritual y físico. Salí de allí a toda hostia, rebotando de pared en pared (el tipo tenía la consulta en una de esas casas con escaleras circulares y escalones compensados —creo que se dice así, y si no que el señor mmerda me corrija—). Al llegar a casa consulté con la wikipedia familiar, es decir, con mi hermano, que me aclaró que lo de la salsa era metafórico, y que había desarrollado el síndrome de un médico gabacho (al que les juro no conozco de nada) y que eso lo explicaba todo. Cuando le pregunté qué causaba la enfermedad, me dijo que nadie tenía puta idea y que el gabacho sólo le había puesto el nombre y que a ver si pensaba que los médicos estaban para hacer otra cosa que para ponerle nombre a las neuras del personal. Eso, unido al hecho de que se me pasase la borrachera espontáneamente, y gracias al uso de unos parches electromagnéticos y unas pulseras con carga de ión iridio, me hicieron olvidarme del asunto. Han pasado años, pero el homúnculo hijoputa estaba al acecho, esperando la crisis inmobiliaria. Hace unos días me cogí un catarro por culpa de unos baños en el Moscova; y de repente, mientras veía en la tele un interesante programa en el que se elegía la canción de Eurovisión 2011, reaparecieron los acúfenos (ese es el nombre oficial de los pitidos). Pensé: es lógico, juegas con fuego. Sin embargo, los pitidos han continuado. Al día siguiente fui al Auditorio. La ONCE, digo la OCNE, nos presentaba en riguroso estreno de este año, el concierto nº 3 de piano de Rajmáninof (léanlo con el énfasis adecuado). Tocaba una china famosa. Apareció la china, vestida de forma harto mejorable y con unos tacones de aguja de alrededor de metro y medio, y se puso a aporrear el piano. Fue acojonante. Me suele pasar que, cuando la peña se calla en las salas de concierto, lo oigo todo. Oigo a todos esos cabrones/as que abren bolsos, pasan hojas, rozan abrigos. Los oigo respirar. Oigo todos los borborigmos de sus putrefactos abdómenes. He pensado alguna vez en comprar todas las entradas, para así poder oír el concierto con el silencio adecuado, pero me ha desistido la certeza de que oiría al tipo del timbal rascándose la entrepierna. Gracias a los pitidos, sin embargo, ya no oía ninguno de esos ruidos molestos. Lo malo es que tampoco oía bien a la banda del Mirlitón y a la china. Tenía la sensación de que todo lo tocaban mal, que desafinaban constantemente. Luego descubrí que el que desafinaba era mi pitido. Creo que daba (y da) un mi6, y claro, el concierto es en re menor. Cuando terminó la obra, la masa bramó bravos y aplaudió a rabiar. Y yo lo agradecí: sólo en ese momento dejé de oír al homúnculo tocando el mi. La china, a la quinta, se decidió a regalarnos una cosa mozartiana tocada a toda hostia, pegando unos golpes abominables (así al menos los oía yo). Yo esperaba que al final cogiera el piano y lo rompiese golpeándolo contra la tarima, pero no, se fue a firmar discos. Así que decidí joder al homúnculo saltándome la segunda parte. Y eso que Patética está en si. Mientras esperaba a que terminase el concierto y saliesen mi mujer y retoñas, tomé el sol, comprobé el aceite del coche, leí El Mundo, y escuché el agradable tránsito de los vehículos automóviles y de los autobuses 29 y 52. Ya han pasado tres días y el pitido sigue y sigue. Mientras, afilo un cuchillo jamonero. Más tarde o temprano le pillaré desprevenido.

74 comentarios en “Asoma y verás

  1. A mí me ha aparecido recientemente un acúfeno de los cojones también, pero en mi caso ni me mareo ni nada parecido: solo escucho el pitidito -más bien zumbidito- cuando hay algo de silencio, especialmente al meterme en la cama por la noche.

    No soy capaz de decirles el tono en el que está (no tengo ese oído perfecto del señor Tse), pero la próxima vez que vaya a casa de mis padres, que tienen piano, me lo ‘afino’ y se lo cuento. Quizá haya llegado la hora de hacer un análisis tonal de los acúfenos.

  2. Eso le pasa por querer oirlo todo…hay que educar al oído para oír solo lo que interesa. Por ejemplo, oye usted por casualidad el discurso de un mitín de ZP o Rajoy y sin apagar la tele, concentre la mente en no percibir semejante monserga…con práctica, habrá dejado de oír no solamente lo que no le interesa sino también su propio acúfeno.

  3. Mi suegro, que era un sabio, con 94 años, había desarrollado el sentido del oído a niveles sorprendentes…cuando sus hijos le echaban una bronca por vete tú a saber, el no oía nada y respondía siempre ¿qué? Pero cuando se hablaba de comida o de algo interesante, aunque fuera al nivel de un susurro, lo cazaba todo y respondía con presteza…

  4. Señor Tse: creo que lo suyo no tiene mucho que ver con la medicina y quizá más con su campo profesional. Piense en algún cliente descontento o, peor aún, en aquellos a los que les haya ganado juicios últimamente. Quizá pueda venir por ahí el diagnóstico.

    Y si no, pues lupus.

  5. Joder, pues estamos todos igual. Como siempre he tenido problemas de equilibrio (en todos los sentidos del término) pensé que era de lo mismo. Igual me animo y voy yo también al médico. O igual no, que es capaz de mandarme análisis.

  6. No he leído estos últimos días eso de «si non è vero, è ben trovato».
    Yo ayer lo apliqué: La mucha filosofía conduce a la disipación, decía el original, que yo cambié.
    En esto de hoy también se puede aplicar: lo de la belleza y la historia.

  7. Si su pitido es de una nota fija y mantenida, puede usted distraerse cantando y haciéndole una segunda voz, al estilo de Dufay…el pitido no desaparece pero…ah, la belleza…

  8. Llueve sobre Trípoli:

    «Querría haber dicho algunas palabras a los jóvenes que están en la Plaza Verde y estar con ellos, pero ha empezado a llover».

  9. Ya que saca usté el cuchillo, ¿qué tal si lo acompaña con una pata de ibérico?
    Por unas lonchitas le cuento que además de acúfenos tengo manchas en la vista.
    Pero no me impiden ver la que se nos avecina por el sur…

  10. – Con el Presidente Gaddafi.
    – De parte…
    – De su peluquero Omar Ondulada… que si va venir, que tiene hora esta tarde y tengo esto a reventar.
    – Un momento que está en maquillaje…
    – …
    – ¿Ha esperado el momento que le he dicho?
    – Claro…
    – Vale, que igual se retrasa cincuenta muertos pero
    que irá… ah, y que le prepare los cincuenta litros de laca d’habitude.
    – Gracias.

  11. En la portada de elmundo.es, un titular resume así una noticia:
    «El ministro de Exteriores israelí, abucheado en Bruselas»

    Al abrir el enlace, el titular es este otro:
    «El ministro de Exteriores israelí, abucheado en una rueda de prensa en Bruselas»

    El antetítulo (tamaño de letra aprox. un 60% menor):
    Un periodista irlandés le increpa

  12. «Le dio nombre» dice usted, don Tse. Recuerdo que le pregunté una vez a un médico por qué me dolía la cabeza; me respondió que a causa de una cefalalgia.

  13. [me parece que es el 36 (el del peluquero de Gadafi)]:

    -Venga, que tengo prisa, aunque sea márcame -le dice Gadafi a su peluquero.
    -¡Toma, hijo de puta! -le dice el peluquero mientras le clava las uñas en la cara.

  14. [35] Tiene razón. Ahora que lo dice, tengo un vago recuerdo de una protrada de El Jueves sobre el asunto. Puede ser mi primer recuerdo político.

    Hablando del tema, la situación pinta mal. No sé yo si Obama se decidirá a hacer algo. Si no, veo dos posibilidades, bastante chungas las dos: aplastamiento brutal de la revuelta, porque Gadafi está colgado o, si continúan las deserciones y la rebelión de parte del Estado, una guerra civil. Veremos.

  15. Algún día me tienen que decir cómo hacen para saber cuál es el [nº] de cada comentario; porque no me creo que todos sepan contar.

  16. [0] Sí, se llaman escaleras compensadas, está usted en lo cierto. Son las mejores para matarse bajando. De hecho, salvo para el interior de viviendas, están prohibidas totalmente. Los traumatólogos no están de acuerdo: les proporcionaban enormes cantidades de clientes con lesiones de tobillo. Y he dicho clientes, quede claro.

    Yo tuve un acúfeno durante unos meses y era desesperante. Era sólo un estrés del copón. Cuando se me pasó, el acúfeno se apagó y no volvió a dar la lata.

    La expresión de Savater acerca de lo divertido que le ha sido lo del terrorismo es de lo menos afortunado del mundo. Pero no creo que haya que crucificarlo por ello. Simplemente, ha metido la pata queriendo decir algo distinto de lo que ha dicho. No creo que se descojone de haber visto caer asesinados compañeros, amigos y conocidos. O de vivir amenazado y con escolta a todas horas.

  17. [46] chema pascual

    tiene activado el javascript en su navegador?

    qué navegador?

    qué sistema operativo?

    (acójase a su derecho a no declarar si eso)

  18. Hombre, hombre, hombre: que usted me confunda -alegremente y como quien no quiere la cosa- Menière (el vertiginoso y en mayúsculas) con meunière (el del pez plano y en minúscula, que es un calificativo), no dice nada bueno precisamente a favor de su oído, que es donde está el problema. Porque Menière es, con perdón, todo abierto; y meunière, no. Es -casi- «monier». Y, qué coño, significa «molinera».

    Hágame caso: déjese de pitos (y flautas) y no vaya de médicos, esos falsos científicos de letras. Un buen segoviano con hielo antes de encamarse, y como nuevo en menos de lo que tarda en tomárselo.

  19. [(A ver: 46, 47, 48) 49, goslum]
    No veo na.

    [(49 y 1) 50 qtyop]
    Debe ser eso, que tengo el javascript pasivizado.

    ……………………………………..

    De tanto buscar el 46 he visto que poniendo el ratón sobre la fecha sale el nº total de comentarios. Así que si apunto cada día el último nº de la última entrada luego no tendría más que restar para conocer qué nº hace cualquiera de los comentarios del día, siempre que a nadie le dé por hacer comentarios en entradas atrasadas…
    (Mira que me jode, pero al final le voy a tener que pedir a mi mujer que me active el javascript)

  20. Últimamente nos hemos especializado en no entender lo que dice la gente. Savater, el enésimo caso. Dice el hombre que la lucha contra el nacionalismo ha sido (también, podría haber añadido; pero no hacía, realmente, falta) divertida. Que se lo digan a Juaristi:

    Yo me la llevé a la playa
    la noche de Aberri Eguna,
    pero tenía marido
    y era de Herri Batasuna.

  21. [53]

    Mal que no cura el vino, no puede ser más dañino.

    Lo que el médico no sana, con vino tinto se calma.

    Aguardiente mañanero y di adiós al curandero.

    (De la España rural.)

    ((O Agrícola y del Medio Rural, que se dice con lo de Bolonia.))

  22. ¡Oh, ah! Que se me pasó un pronombre:

    Mal que no te cura el vino, no puede ser más dañino.

    (Por la cosa de la métrica.)

  23. [0]
    Yo, el año pasado, estuve como un mes sordo de un oído. Me hicieron varias pruebas, entre ellas un TAC de peñasco (que es algo que tenemos todos dentro de la cabeza, hasta los intelectuales) y me dijeron que tenía una probable sinusitis, pero que no sabían si era esa la causa. Desde luego, cuando me pasó, yo estaba acatarrado. Suénese con cuidado.

    Otra cosa: si le dan una cita tardía le recomiendo que reclame. Yo lo hice y al día siguiente me llamaron para cambiármela. Y el día de la nueva cita me llamaron por la mañana para decirme que podía ir desde dos horas antes de la prevista porque la doctora estaba libre. Si no hubiera reclamado habría ido la semana pasada.

  24. mientras visitaba a un señor en la sala de pensar, leía un sesudo artículo. pero ya ni siquiera los sesudos artículos son lo que eran. en este ya muy al principio mi manómetro empezó a girar erráticamente al leer que A partir de mayo pasado, los indicadores de la política se han puesto a girar erráticamente, lo mismo que el manómetro de un avión al traspasar el triángulo de las Bermudas. pero ha sido al llegar a esto Pero hay límites, y cuando esos límites se rebasan las cosas empiezan a ponerse un pelo chungas. cuando las cosas han empezado a ponerse un pelo chungas y he tenido que dejar de leer.

  25. ¿Han visto el video que viene después del relato de las diversiones de Savater?

    Aunque el ilustre filósofo lo dice partiéndose de risa, la genuina diversión no tiene que limitarse a «hacerse unas risas»…

  26. [55]

    La numeración baila cuando queda retenido un comentario.

    Por ejemplo el padre del hijo de funes suele escribir comentarios con muchos links (todos mal enlazados, por supuesto) y wordpress lo detecta sabiamente como un troll (otras veces, muchas veces, se le pasa). Queda retenido y después es liberado, como Willy, mediante acción humana giroscópica y liberación manométrica de la presión intrayugular.

    Entonces, y solo entonces, la numeración se marca un chotis.

  27. Me he acordado ahora de Manolo Summers, de cuando hacía el Debate de la Nación.
    Solía hacer una coplas en las que soltaba palabrotas. Luis del Olmo no hacía más que recriminárselo y, entonces, Summers las siguió haciendo, pero cuando llegaba el momento, en vez de decir el taco, decía: «lo que diga Luis del Olmo».

  28. He pensado alguna vez comprar todas las entradas, para así poder oír el concierto con el silencio adecuado, pero me ha desistido la certeza de que oiría al tipo del timbal rascándose la entrepierna.

    No, ha desistido usted porque su mujer le susurraba al oído (cuando oía): ¡hombre, hombre, Tse! En realidad le decía otra cosa, según contó usted aquí.

    Visto el 14 de schultz, ¿no será cosa de abogados de conciencia? Si Desierto lo tiene, confirmado. Ya que estamos en confidencias: yo tengo una mosca volante. Y menos cachondeo que su nombre científico es ese. Cojoneras también, cuatro.

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