Como olvidar el querido rincón donde el cariño primero sentí


Hay muchas personas cabreadas por la absolución de Camps. Bien. La pregunta es ¿cómo opinar de un juicio como éste sin haber ido? Digo como éste porque hay juicios que se basan fundamentalmente en la prueba. Aquí no se discutía si una norma se debe interpretar así o de otra manera, sino si Camps y Costa recibieron unos regalos por sus cargos públicos. La única manera de opinar en casos así es contar con una buena información. Eso es lo que uno esperaría de los periódicos. Yo seguí, más o menos, el caso, a través de El País. Por desgracia, sus periodistas dejaron muy claro que Camps debería ser condenado desde el primer día. Su desfachatez llega al punto de que ayer, en un artículo ¡que se denomina análisis! un pseudoperiodista se atreva a titular «Un tribunal profesional no habría absuelto a Camps», haciendo un ejercicio irreprochable de afirmación imposible de probar. Este señor no es el padre de una «víctima» explicando que la sentencia es una porquería y los jurados unos lerdos; es un periodista que se pone a hacer afirmaciones sobre un universo paralelo.

Otras cosas.

La primera: se insiste en que el tema de los trajes es un tema menor, ridículo, que ha costado mucho dinero al contribuyente. Me desagrada ese punto de vista. Entonces, ¿qué hay que hacer? ¿Dejar de aplicar el código penal considerando el coste de los procesos o de la policía?

La segunda: lo de la honorabilidad. Las preguntas de Cospedal sobre reparaciones me parecen acojonantes, porque son falsas. Ella quiere otra cosa: extrapolar.

La tercera: he escuchado a Camps en la cosa de Herrera. Es un personaje que tiene un discurso mesiánico que me desagrada sobremanera. Su lectura del veredicto se hace en consonancia con ese discurso. Mezclando su proceso con sus victorias electorales. Ya sabemos que el caso ha sido utilizado políticamente por sus contrincantes. Sin embargo, el veredicto que le absuelve tiene el alcance que tiene. Que no se ponga otras medallas. Ha sido absuelto de cohecho impropio por las razones que constarán en la sentencia, nada más o nada menos. Tenía derecho a un juicio y lo ha ejercido. Lo demás sigue ahí y las preguntas continúan. La principal es derivado del hecho de que era el Presidente de la Generalidad valenciana estos años de atrás. Justo los años en los que esos señores gürtelianos hacían pasta, presuntamente, sin incrementar el valor añadido mediante el uso del I+D+i.

La cuarta: el jurado. Entre los que ahora se meten con el jurado (institución que no me gusta demasiado) estarán los mismos que pedían una justicia popular y democrática para Garzón a las puertas del Supremo. Es el problema de impugnar las formas para obtener una «justicia material» caso a caso. Al final sólo hay un camino serio: fijar un sistema y respetarlo. Si no funciona, cambiarlo. Sabiendo que el análisis sobre si funciona o no tiene que ser casi estadístico. Un análisis serio, vamos, no como el que publica El País.


ACTUALIZACIÓN:

Ayer saqué esta fotografía. ¡Garzón!¡Pantuflos de calidad!


11 comentarios en “Como olvidar el querido rincón donde el cariño primero sentí

  1. Es curioso, De Carreras escribe esto. No estoy de acuerdo con su análisis general por todas esas razones que he escrito por ahí.

    En cualquier caso, una puntualización sólo: equivocarse sí puede ser delito.

    Artículo 447.

    El Juez o Magistrado que por imprudencia grave o ignorancia inexcusable dictara sentencia o resolución manifiestamente injusta incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de dos a seis años.

    Así que no, ni siquiera la base de su artículo.

  2. Acabo de ver la actualización de Arcadi Espada en el blog de El Mundo. Impresionante linchamiento. Y lo que seguirá.

  3. Escucho la tertulia de Julia Otero. El asco no puede llegar a ser más alto. Resulta que a Camps había que haberlo condenado por la liviandad y cursilería de sus conversaciones, por lo hortera de sus gustos y lo poco acertado de la elección de sus amistades. El sr. Sádaba dice que no acata la sentencia, pero no dice qué pruebas tiene de que el Sr. Camps sea culpable, ni asume la consecuencia de sus palabras, que es ir él mismo a por Camps y meterlo en la cárcel. Y hay un general que debe ser muy listo, que no hace más que hablar de la mediocridad. Me gustaría decirle a este general que no hay mayor mediocridad que la de las élites que renuncian a su responsabilidad de tales. Si la política está llena de mediocres es porque hay sitio para ellos.

  4. por qué los periodistas siempre tienen que escribir cosas como:

    «¿Se convertirá en el mejor director de orquesta español de todos los tiempos?»

    qué hartura

  5. [8]

    1. Amén

    2. No haga esas cosas, cuídese.

    3. Curiosamente esta mañana en la misma radio, creo que antes de que hablara Camps el mesías, alguien, creo que Gistau comentaba eso… que al final había gente que quería condenarle por cómo hablaba por teléfono y por el aspecto.

  6. Reconozco que apenas he seguido el caso. Me saltaba los artículos que trataban de ello e incluso pasaba de leer a Arcadi en su papel de abogado defensor. Sin entender nada del asunto suponía que no debía ser fácil probar la acusación. Pero ya digo, fuera cual fuese la sentencia me escandalizo y me sorprende lo mismo que si un Juez recibe una “multa ejemplar” de 300 euros: nada.

    Lehningen, a ese general tan listo le parece mal todo el tinglado que se ha montado por unos trajes. La cantidad de gente a la que le he oído y leído lo mismo… Pons, el Pons del PP valenciano, se pregunta retóricamente: ¿Quién paga todo esto? También, como a Tse, me desagrada esa manera de verlo; como ese otro mantra: nadie se vende por tres trajes. Hombre, hombre, ni por tres trajes, ni por unas vacaciones, ni por un congreso médico, ni por un par de entradas para la final de la Champions… Hay que joderse.

    Soy de la opinión de prender fuego a todo, empezando por las regiones más cercanas a Palermo.

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