Dice Carmen Calvo:
«Es que, antes lo estaba diciendo, la Constitución española en el artículo 14 solo dice que está prohibida la discriminación por sexo pero nuestra Constitución no tiene planteado todavía el principio fundamental de la igualdad entre hombres y mujeres como la tienen otras Constituciones europeas»
No, el artículo 14 de la Constitución Española dice algo más. Dice «Los españoles son iguales ante la ley«.
No hay ninguna manera de interpretar esa frase que no suponga que los hombres y las mujeres son iguales ante la ley. Ninguna.
El artículo continúa diciendo:
«… sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».
La coletilla final es la cláusula de cierre. Lo anterior son los ejemplos concretos que se decidió considerar. Es decir que, para la Constitución española:
a) Los nacidos dentro del matrimonio y los nacidos fuera son iguales.
b) Los blancos, los negros, los asiáticos, los gitanos, lo [incluya su raza favorita] son iguales.
c) Los hombres y las mujeres son iguales.
d) Los ateos y los católicos y los musulmanes son iguales.
e) Los comunistas y los liberales son iguales.
Además, hay que tener en cuenta que (art. 9.2):
«Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.»
Lo demás es retórica. Énfasis. Sí, en otras constituciones se dice de otra manera. ¿Y qué?
Vivimos una época en la que muchas guerras ideológicas y culturales ya no tienen sustancia. Son pura carcasa vacía. Guerra por la presencia utilizando polémicas imbéciles. O peor, en la que se pelea por imponer por la puerta de atrás la división social en grupos, en lobbies, a menudo inventados, para atribuirles derechos, intereses y padecimientos impostados, supuestas injusticias y estabular a la gente metiéndola en su cajita correspondiente conforme a su sexo, a su raza, a su condición social, a la lengua que usa o a la penúltima gilipollez que te permita identificar una tribu en la que puedas sentirte como en casa y con razón. Que permita a esta generación ociosa jugar a las naciones y a la atribución de maldad.
En realidad, esos movimientos no buscan la igualdad de los individuos, sino la aplicación de ingenierías. No quieren categorías que nos incluyan a todos. Palabras como ciudadano o ser humano o ser libre les producen alergias. Porque nos incluyen a todos y nos permiten identificar la injusticia concreta. Y ellos no quieren resolver injusticias concretas. Eso es muy aburrido. Es mucho más divertido formar parte de los elegidos.
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Hay algo pasmoso en esto:
AOC afirma que la 22ª enmienda se aprobó para evitar que Roosevelt fuera reelegido. Pero la enmienda no se presentó en el Congreso hasta 1947, es decir, dos años después del fallecimiento de Roosevelt
Claro, el asunto de los mandatos surgió en las anteriores elecciones; en particular, en la última reelección de Roosevelt, Dewey, el rival republicano alertó sobre el peligro de un mandato presidencial de 16 años (que no se completaron por la muerte de aquel). Pero era un argumento de campaña. Un argumento para que no se eligiera por cuarta vez al presidente demócrata. Un argumento que no le sirvió a Dewey para evitar la derrota.
Lo acojonante es que, cuando los congresistas republicanos, que en su campaña de 1946 (en muchos casos) habían prometido iniciar esta reforma plantean la iniciativa expresamente incluyeron una salvedad: que la enmienda no podía afectar al presidente en el cargo, que era demócrata:
Section 1. No person shall be elected to the office of the President more than twice, and no person who has held the office of President, or acted as President, for more than two years of a term to which some other person was elected President shall be elected to the office of the President more than once. But this Article shall not apply to any person holding the office of President when this Article was proposed by the Congress, and shall not prevent any person who may be holding the office of President, or acting as President, during the term within which this Article becomes operative from holding the office of President or acting as President during the remainder of such term.
Es decir, que esta enmienda no solo no podía tratar de evitar la reelección de Roosevelt, ya fallecido, sino que tampoco se habría aplicado a Truman, su sucesor. O al propio Roosevelt, de haber estado vivo.
Eso sí, aunque los datos no solo no confirman lo que dice Ocasio-Cortez, sino que la hacen quedar como una ignorante o una trolera, seguro que moralmente tiene razón.
Y además, el rojo de sus labios es poderosísimo.