A finales del mes de agosto del 2012 decidí abrir una cuenta en twitter. Sabía de muchos conocidos que ya se hospedaban en ese espacio virtual e incluso alguno de ellos me había animado a incorporarme a la plantilla de la enorme red social. Tras ocho meses de iniciada la experiencia de lo único que me arrepiento es de haber tomado la decisión tan tarde porque los mejores avatares ya estaban pillados.
Twitter no es la vida real. Pero tampoco es un mundo de fantasía. Diría que se trata de una combinación entre “Gran Hermano” y “La clave” de Balbín. Tras el debate tienes que elegir muy bien a tus conocidos para que no te eliminen.
En seguida descubres que no es un mundo de fantasía por lo familiares que te resultan los insultos que lees, a pesar de que bastantes de ellos contengan faltas de ortografía. Y te sientes partícipe. Te sientes como en casa. Twitter te ha enganchado.
Luego te vas asentado en tu parcela y oteas el horizonte en busca de personas a las que seguir. Pero lo extraño viene a continuación. Hay gente dispuesta a seguirte a ti. Un quid pro quo feliz y gozoso (que diría Savater) que se fusiona en el espacio tiempo y se computa con unos dígitos caprichosos que aumentan o disminuyen como la prima de riesgo. ¿Se puede ser más feliz?, me pregunto. Sí, pero no en esta vida, me contesto.
Lo lindo de twitter es cuando descubres la cantidad de personas con afinidades cercanas, ideas políticas similares y fobias análogas a las tuyas. En ese momento te vienes arriba y serías capaz incluso de liderar un nuevo orden social para evitar que toda esa riqueza humana, todo ese caudal intelectual se pierda como lágrimas en la lluvia.
A lo primero que me costó adaptarme en twitter fue al muro de contención dialéctico de los 140 caracteres. Me recordó mucho esa tremenda prueba de acceso a la secta que deben salvar los Testigos de Jehová que consiste en no aceptar jamás una transfusión de sangre. Si eres capaz de comulgar con eso ya nada te resultará imposible. Además, me animé, si la facundia de Pedro J. Ramírez ha podido franquear ese obstáculo, un mindundi como yo lo tenía chupado.
En twitter puedes encontrar a casi toda la gente que te gustaría conocer. Curiosamente, y en justa pero no deseada correspondencia, suele suceder que quienes te interesan no tengan el más mínimo interés en encontrarte a ti. No pasa nada. Siempre puedes enviarles doscientos amistosos tuits diarios para recordarles lo presentes que están en tu mente y las ventajas de un simple clic en la pestaña azul de siguiendo.
Una vez entras en la dinámica twitter ya es complicado desengancharte de forma natural. Ni lo intentes. Mejor busca la ayuda de un profesional. Porque te pasarás horas machacando ideas temerarias, equivocadas o simplemente distintas a las tuyas. Vas a intentar convencer al mundo entero de que transite por la senda del buen juicio y eso, quieras o no, lleva su tiempo.
Twitter puede ser un buen lugar para hacer amigos. O no. En realidad puede ser tan buen lugar como el banco de un parque público o la larga cola de parados que desemboca en una oficina del INEM. Es como la bomba atómica: puede ser usada para hacer el bien o para poner cachondo a Ahmadineyad. No te dejes encandilar por lisonjas, halagos ni invitaciones a orgías sin autorización de la Delegación del Gobierno. Recuerda que estás intercambiando opiniones y sensaciones por medio de un ordenador con gente a la que no conoces. No es como contemplar a Rajoy a través de una tele de plasma, que sabes que se trata de un gilipollas real. Twitter puede que te facilite el proceso pero para conocer realmente a alguien se ha de seguir el conducto reglamentario habitual de quedar y verse las caras. Luego se pasa o no al siguiente nivel.
Voy a terminar ya porque me acabo de dar cuenta de que llevo mucho tiempo desperdiciado sin estar conectado a twitter. Resumiendo: no te obsesiones con esta red social y sé tú mismo (¿a qué nadie esperaba que fuera capaz de escribir una majadería semejante?), porque ser uno mismo es una de las pocas cosas en esta vida que está al alcance de cualquiera (esto ha estado mejor, ¿a que sí?)
Bienvenidos a twitter.