Yo soy un gordo, pero tú eres una ignorante peligrosa

 

Esto de Mercedes Milá es una de las cosas más educativas que he visto en años. Un bioquímico (y divulgador) critica un libro aplaudido y recomendado por la periodista —que debe ser un truño de cuidado (sí, tengo claro que la frase es ambigua)—, que nos explica no solo cómo adelgazar, sino cómo estar más sanos y vivir un huevo de años, y la buena mujer se revuelve y lo acusa de estar gordo. ¡Calla, gordo, y léete el libro, a ver si adelgazas!

Lo divertido es que el científico se pone a explicar que sí, que está gordo, y que tiene ansiedad, y que desayuna zumo de naranja, y la periodista le explica, entre intentos del científico de introducir adversativas, lo que tiene que desayunar y se ofrece a llevarle a no sé qué pueblo donde le ¡enseñarán a comer! He visitado la página de twitter del bioquímico y he visto a mucha gente, entre ellos colegas científicos, aplaudiéndole por sus muestras de buena educación y por haber dejado en evidencia la ignorancia de la «magufa esa». Yo me solidarizo con él, naturalmente, pero no debería engañarse: si valora su posible servicio público como capacidad de alterar las falsas creencias de los espectadores, me temo que habrán sido pocos y que la táctica de Milá seguramente ha funcionado.

Y aquí entramos en lo mollar. La mayoría de los científicos renuncian a entrar en debates cuando las reglas no son serias. Lo hacen porque saben que te puede pasar algo así. Que no se te entienda, que quedes en ridículo y que termine «ganando» la discusión alguien que se tira un pedo. Más aún, algunos científicos incluso dudan de que sea beneficioso sentarte con ciertas personas (por ejemplo, en debates entre creacionistas -o similares- y científicos serios), puesto que les das carta de naturaleza. Ellos se elevan y los científicos se degradan. Y, si se piensa, la razón tiene que ver con una cierta prepotencia: los científicos saben de lo suyo, pero un debate guarro no es lo suyo. Cuando un bioquímico debate con otro en presencia de otros, los trucos baratos no le servirán de nada (vean que no excluyo que puedan usarse trucos caros). Sin embargo, el vendedor de crecepelo sí está adiestrado en las ventas. Y no le interesan ni la moral, ni el amejoramiento* de la humanidad, ni la verdad científica, ni las reglas de la conversación, ni el progreso del conocimiento.

Así que, a mi juicio, lo más inteligente es hacer lo siguiente: lo primero es que los programas de divulgación científica solo cuenten con personas serias, y que en ellos se ataque sin misericordia, y sin dejarles abrir la boca, a los magufos y a sus maguferías. Los magufos ya tienen sus propios estrados como para invitarlos, por una mal entendida idea de juego limpio, a los propios. Lo segundo es mandar a la guerra a gente que la conozca y que odie al enemigo. Gente que esté dispuesta a usar los mismos trucos que usan los otros. Gente que, cuando Milá dice, me está usted llamando ignorante, responda sin pestañear: ¡por supuesto! Y que añada: con la diferencia de que mi gordura solo me hace daño a mí, pero tú ignorancia hace daño a los demás.

Para esto es precisa cierta humildad, aprendizaje y mucha mala hostia.

* Fe de errores: «mejoramiento».

 

 

9 comentarios en “Yo soy un gordo, pero tú eres una ignorante peligrosa

  1. Pero Mulet es justamente de estos. Estuvo muy contenido, es cierto. Pero él no tiene inconveniente en bajar al fango con muchos de estos farsantes y engañabobos. Hay suficientes muestras en las redes sociales de que esto es así.

  2. A Vd. no le falta razón en lo que escribe, pero yo creo que, a pesar del aplauso generalizado a Mercedes Milá, a pesar de que en el fango se manejó mejor que Mulet, la presentadora quedó en evidencia con una réplica de ese tipo. Aquellos que la consideren ganadora del debate son irrecuperables, no merece la pena el intento de hacerles pensar.

  3. amejoramiento
    De a-1, mejorar y -miento.
    1. m. Der. En el derecho de la comunidad de Navarra, en España, reforma consistente en acrecentar el contenido de las normas forales

    mejoramiento
    1. m. Acción y efecto de mejorar.

    Real Academia Española © Todos los derechos reservados

  4. Gregorovius, puede, no sigo su actividad en las redes, pero le faltó soltura en directo.

    Francisco, le agradezco la corrección. Supongo que la cabra (jurídica) tira al monte 🙂

  5. No vi el programa porque no soporto a Risto. Pero he visto resúmenes del encontronazo entre el señor científico y Mercedes Milá y a mi me parece que gana él con claridad: Es una persona educada y que sabe de lo que habla. Mercedes Milá me dio la impresión de ser una charlatana.

    Yo creo que en las redes sociales, en facebook o en el bar cada uno puede hablar de lo que le de la gana. Pontificar sobre lo humano y lo divino, vaya. Pero en los medios de comunicación o a la hora de publicar un libro… creo que una elemental prudencia recomienda solo hablar de aquello que se conoce en profundidad.

  6. Aquí la clave: «si valora su posible servicio público como capacidad de alterar las falsas creencias de los espectadores, me temo que habrán sido pocos y que la táctica de Milá seguramente ha funcionado» El programa lo vieron más de 1,7 millones de espectadores. Ganar o perder son términos subjetivos, dependen del objetivo. Si asumimos que el objetivo de Mulet era ese, «alterar las falsas creencias de los espectadores» antes de decir si ha ganado o perdido alguien de ciencia debería determinar cómo medirlo. Viendo el perfil de la audiencia del programa, ¿qué probabilidad hay de que para una mayoría Mulet haya quedado reflejado como un experto técnico elitista que no es capaz de resolver los problemas más básicos pero se permite llamar ignorante a una reconocida periodista? Leyendo Twitter la respuesta es clara: ninguna. La cámara de eco tuitera ha dejado claro que Mulet «ganó». La realidad da igual (aquí http://www.lavanguardia.com/television/20170305/42564734528/chester-in-love-mercedes-mila-drogas.html o aquí http://www.formulatv.com/noticias/65305/entrevista-mercedes-mila-chester-in-love/ otra visión de quién «ganó»). Eso sí, sin aportar ni una sola métrica ni dato que lo demuestre. Paradójicamente no raro escuchar o leer a los defensores de la ciencia, la lógica y la razón no utilizar la ciencia, la lógica y la razón. En este mundo hay una mayoría de gente que no será convencida por razones lógicas ni científicas, pero la hay a ambos lados de la línea marcada por unos y otros.
    Por último, el contexto tampoco acompañaba: Mulet fue presentado de partida como «enemigo», alguien que venía a contradecir a Milá. Fue llevado para generar polémica, porque esa es la manera de alcanzar el objetivo de la TV: conseguir audiencia, porque la audiencia da dinero de manera directa. Y Cuatro, Risto, Chester y Milá ganaron: han conseguido mucha audiencia, y siguen hablando de ellos. Por otra parte Milá tuvo tiempo para prepararse, se hizo la ofendida y se ganó a gran parte de la audiencia argumentando que había sido insultada al tomarla por ignorante. Y es que gran parte de los más de 1,7 millones de espectadores probablemente se sintieron también ignorantes, por lo que tomarán decisiones en función de factores emocionales y apoyarán o recordarán a quien les caiga mejor, con quien se sientan identificados, etc. Decisiones que influirán en hijos, nietos, hermanos, amigos, vecinos. Y aquí es dónde perdemos el Peer Group Pressure, la capacidad del entorno social para influir en las decisiones, erróneas o no, emocionales a menudo, de una mayoría de la población. Población que no es científica ni lo va a ser ni va a tomar decisiones o cambiar de opinión por razones lógicas, hecho demostrable este que demasiados defensores de la ciencia han elegido ignorar.
    Admiro a Mulet, ciertamente le he visto «bajar al fango» con éxito para enfrentarse contra «magufos», pero el problema no son los extremos. Milá no es una magufa, ni la mayoría de la audiencia lo son. Son personas normales, una mayoría, y convencerles o influir en ellos requiere de otras estrategias y técnicas distintas a insultar, despreciar y ridiculizar a las que están tan acostumbrados en Internet la mayoría de los enemigos de las pseudociencias. Es más, algunos ya han dejado claro que no saben o no quieren hacer ninguna otra cosa que estas tres, independientemente del resultado. A fin de cuentas todo el que no acepte la verdad de la lógica, la ciencia y la razón sólo merece eso. Y así nos luce el pelo.

  7. Es cierto, debemos crear una nueva súper raza de divulgadores. «Que naveguen debajo del agua / y que sepan volar a la altura». Hay que buscar candidatos y preparadores. Un entrenamiento como de chessboxing.

    (No he visto esto último de Mulet, pero en otros escenarios difíciles ha demostrado que es duro de roer. En Carne Cruda por ejemplo.)

  8. Cualquier debate en el que se use una imprecación «ad hominem» como la de «estás gordo» debería estar perdido. Eso es argumentar falazmente. Lo que pasa es que si el moderador no modera…

  9. Interesante artículo en este interesante blog que no conocía. Estoy de acuerdo en casi todo, pero me permito añadir algunas técnicas suplementarias que los científicos pueden y deben utilizar para desmontar públicamente las paparruchas de los magufos.

    1. Varios contra uno. Los magufos, charlatanes de feria y vendedores de motos con spoiler delantero suelen carecer de prudencia, virtud que sólo adorna a las personas juiciosas y al Príncipe de Gracián. Lo normal es que no se tienten las ropas antes de entrar en un debate, no con uno, sino con varios científicos serios, convencidos de salir victoriosos porque el asno ignora la duda. El científico, en soledad, suele ser un sujeto poco cautivador pero, en comandita, con la confianza de sus colegas, gana en desparpajo y rotundidad. El efecto de varios sabios cachondeándose (educadamente) de un embaucador es aplastante incluso para el espectador menos predispuesto al uso de la razón. Recuerdo un programa documental donde un breve pero egregio elenco de científicos se dedicó a laminar sistemáticamente al pobre Erich Von Daniken, que no sabía donde meterse. Al menos no supo hasta que le otorgaron un programa delirante en Canal Historia. Pero eso es otro tema.

    2. No hacer afirmaciones, sino preguntas. Las afirmaciones (como las que hizo el Sr. Mulet) se contrarrestan (aparentemente) con otras afirmaciones cuyos valores de verdad no son fácilmente comparables si no se dispone del conocimiento adecuado. Pero las preguntas, ah, las preguntas son mucho más difíciles de contrarrestar, sobre todo si van surtidas de jerga científica y de detalles complejos. El magufo, sometido a interrogatorio, empieza a notar que el suelo se desmorona bajo sus pies cuando deja de entender el 50% de las cosas que se le dicen y cuando se le exigen respuestas que, obviamente, desconoce. Ya no se trata de decir si una cosa es «buena» o «mala», sino de saber qué efecto tiene sobre las cadenas laterales del ácido glutámico. Amigo, eso ya es otra cosa. Incluso si el magufo es lo bastante imprudente y pertinaz, no será raro verlo enredarse más y más en sus propias burradas. Me permito una anécdota: un famoso matemático cristiano que conocía la profunda ignorancia de Diderot sobre las matemáticas se propuso darle una lección y, en medio de una fiesta con lo más granado de la sociedad parisina, le espetó a voces y ante numerosos testigos: «¡a más b por a menos b es igual al cuadrado de a menos el cuadrado de b, y además lo es siempre y en todo lugar, ergo, Dios existe! ¿Qué tiene que decir a eso el gran Diderot?» Ni que decir tiene, Diderot se retiró de la fiesta, corrido y abochornado. Me da igual que el ejemplo ilustre la victoria de quien defendía la tesis irracional en este caso; lo que me interesa es el modus operandi.

    Lo dicho: divertido artículo y muy necesario en los tiempos que corren, lo lean dos personas o ciento.

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