Eres más tonto que el delegado del Gobierno en Andalucía

 

Tenía pensado, a lo largo del año, ir analizando las razones que se me fueran ocurriendo para votar (o no) a uno u otro partido político. Como es un momento capital, creo que por mucho que nos desagrade ir a votar (y a mí me desagrada mucho dado el percal) tendremos que escoger lo menos malo y para eso hay que hacer un cierto esfuerzo, intentando ser objetivo.

No renuncio a hacerlo, si no me vence la melancolía, pero hoy se impone una precuela. Me explico.

Tampoco Ciudadanos se escapa, como explicaré, a ese necesario escrutinio. Son importantes  las razones que me alejan de un partido que ayudé a crear -por modesta que fuera mi contribución. Sin embargo, algo de lo que aparecía en su ideario tuvo que ver con el trabajo que realizamos algunos en un congreso que parece se hubiera celebrado hace siglos. En cierta ocasión, en un acto público, expliqué que los madrileños de Ciudadanos (sí, desde su nacimiento el partido era un partido nacional) éramos superiores a los afiliados catalanes. La razón de nuestra superioridad era que solo a un madrileño se le ocurre afiliarse a un partido que pretendió llamarse Ciutadans de Catalunya y encima pagar sus cuotas.

La coña simplemente quería reflejar la alegría por que naciese un partido que pretendía superar la viscosa retórica nacionalista y que a los que allí estábamos nos encantaba hacerlo afiliándonos a un partido con sede en Cataluña y que quería hablar a la cara a los ciudadanos españoles.

Ayer, el delegado del Gobierno en Andalucía, un señor que se llama Antonio Sanz, dijo que no quería que Andalucía se gobernase desde Cataluña y por alguien que se llama Albert.

Es tal la majadería que merece convertirse en máxima. Que pronto digamos, sin necesidad de explicarlo, «eres más tonto que el delegado del Gobierno en Andalucía».

Ahora lo que tiene que aclarar el PP es si asume el discurso imbécil de su afiliado. Y solo hay una manera de no hacerlo: destituyéndolo por bocazas y por tonto.

Si no lo hace habrá dado otra muy buena razón para no votarlo.