Día internacional del bobo

Hoy, más que el Día internacional de la mujer es el Día internacional del bobo. Del hombre bobo. De un tipo de hombre bobo. Podría decir «bobo» sin añadir hombre, porque el razonamiento al que me referiré puede provenir de hombres y mujeres, pero es que, cuando se trata de hombres, esta bobería concreta se encuentra en un nivel superior.

Hablo  del que razona así: hay discriminación de la mujer. No debería haber discriminación de la mujer porque todos somos iguales. Cualquier prueba material de desigualdad es prueba de discriminación. Hay que realizar «políticas» activas contra esos casos de desigualdad. Las mujeres son más inteligentes. Las mujeres «producen» «mejores» valores: son más tolerantes, pacíficas, dialogantes y empáticas.

Lo divertido del bobo que razona así es que no comprende que su discurso es intrínsecamente autocontradictorio. Si las mujeres son más inteligentes y los «valores» femeninos son «mejores», debería existir una desigualdad estadística entre hombres y mujeres que probaría esa concreta desigualdad entre hombres y mujeres.

Es decir, las pruebas materiales de desigualdad son pruebas de discriminación cuando afectan a las mujeres, pero no lo son cuando afectan a los hombres. Cuando la desigualdad afecta a las mujeres la explicación es social y la desigualdad es un producto adquirido derivado de alguna forma de discriminación; cuando afecta a los hombres, la explicación es innata y la desigualdad es una simple consecuencia de una superioridad innegable de las mujeres.

Para el bobo que razona así, las mujeres y los hombres son iguales mientras los hombres se encuentran «mejor colocados» en las escalas sociales «buenas» (resultados académicos, medición de inteligencia, datos de renta, posiciones en puestos de poder o responsabilidad). Cuando las mujeres superan a los hombres, lo que era prueba de discriminación se convierte en prueba de que ellas en realidad son mejores y cambiamos el método y el paradigma.

Porque, naturalmente, si el discurso fuese coherente, podría discutirse usando sus mismos argumentos y principios. Un discurso coherente sería aquel que dijese: la igualdad formal es insuficiente, porque las mujeres deberían estar sobrerrepresentadas en determinados sectores, ya que son mejores y más inteligentes. Debería haber más mujeres que hombres en los gobiernos, en las empresas, en la labor científica, especialmente la más avanzada y exigente, en todos los sectores más influyentes de una sociedad moderna, incluidos los ejércitos (qué mejor que generales pacifistas en todas partes). No hay problema en que ellos sean soldados y sargentos, pero ellas deben ser los generales. Y si esto no ha sucedido hasta ahora es por una anomalía histórica que podemos corregir con políticas de discriminación positiva (al modo platónico de la sociedad republicana en la que los filósofos gobiernan).

Naturalmente, un discurso así podría ser discutido de raíz: ¿son de verdad ellas más inteligentes y son sus «valores» «mejores»? No tengo claro en absoluto que una discusión así sea fructífera o siquiera posible con estándares de seriedad (tendríamos, de entrada, que definir inteligencia y valor y luego discutir sobre qué valores son mejores o peores; y esto contando con que realmente tengamos pruebas de que hombres o mujeres son estadísticamente más inteligentes y de que existan valores masculinos o femeninos). Y aunque lo fuera no me interesa. No me interesan, cuando se trata de personas, planteamientos estadísticos, porque son intrínsecamente injustos con el individuo. Siempre he creído que la solución formal con una dosis de equilibrio en el origen (igualdad ante la ley e igualdad de oportunidades -acceso a recursos educativos iguales para todos) tendría que ser suficiente. Y que no es tan fácil extraer de medidas estadísticas las razones que las producen, porque eso requiere siempre una simplificación para la que no estamos preparados, entre otras cosas porque, al margen de la complejidad social, los hombres y las mujeres sí son diferentes en ciertos aspectos (aún no conocidos del todo) pues son producto de planes biológicos diferentes.

La igualdad ante la ley (es decir, la ausencia de formas de discriminación «legal») es una idea tan simple y tan, a primera vista, acertada, que cualquier forma de discriminación legal (y la discriminación positiva lo es) debería basarse no solo en los datos sociales sobre desigualdad sino en la certeza prácticamente absoluta de que esos datos son producto de alguna forma dura de sometimiento, ya que la ingeniería social (y la que afecta a la igualdad de derechos es la peor) no solo puede ser injusta, sino que se convierte en un factor añadido que produce efectos y distorsiones desconocidos en la propia sociedad.

Al parecer los niños obtienen, estadísticamente, peores resultados académicos que las niñas. La tentación de quien cree en que la igualdad material debe buscarse pues es un bien absoluto tendría que ser la del establecimiento ya de políticas discriminatorias favorables a los niños en las escuelas y universidades. Es la misma lógica aplicada a mujeres o miembros de determinadas razas. ¿Por qué no se plantea? A lo mejor, el discurso no es tan coherente como se pretende. A lo mejor hay algún interés egoísta. El lobbista siempre quiere convencernos a todos de que eso que tanto le interesa es bueno porque es bueno para todos. Es como el discurso del que defiende la autodeterminación pero solo hasta que esta produce su sociedad ideal.

Voy a especular. Creo que en realidad el bobo de manual, el hombre bobo de manual, no cree que las mujeres sean más inteligentes y mejores. Creo que es postureo. Creo que el tipo ni siquiera piensa en términos generales. Simplemente piensa que él es superior. Él es superior. Es moral e intelectualmente superior. Escoge, por decirlo así, el camino más fácil: perdona la vida a las mujeres, a las que regala las migajas de su propia superioridad. Él es más inteligente y es mejor y tanto lo es que es capaz de decirle a ellas que ellas son mejores y más inteligentes, no como esos cavernícolas que le rodean. Por eso decía que este hombre bobo se encuentra en una categoría superior, en la categoría del machista o racista decimonónico occidental de clase alta. El que confunde los accidentes del tiempo y el lugar con la esencia de las cosas.

 

10 comentarios en “Día internacional del bobo

  1. Hubo un pianista de jazz negro (de cuyo nombre no me acuerdo) al que, en una entrevista, le preguntaron acerca de sus experiencias como músico negro que tocaba en locales para blancos. Respondió que se encontraba con público racista casi siempre, pero que no ocasionaba muchos problemas. El entrevistador le preguntó que cómo era eso. Y el pianista respondió: «A veces, por las razones que sean, tengo un mal día y las cosas no salen como yo quiero ni al público le gusta lo que estoy haciendo. Entonces se producen pitos y silbidos. Pero siempre hay una parte del público blanco que, cuanto peor toco, más fuerte aplaude. Esos son los racistas.»

  2. viendo un documental en el canal arte, sobre una chica francesa que hace el doctorado cuidando lobos en un lugar remoto de rusia. viene un camión de venta ambulante, a venderles queso, choped, etc. la del camión hace las cuentas con… ¡un ábaco!. casi se me saltan las lágrimas, como un bobo en su día internacional.

  3. ¿Y usted quería hacer algo en política?

    A mí, ya lo conté en otra ocasión a cuento de un programa de radio, lo que realmente me deja alucinado es la respuesta de las mujeres a los piropos del hombre postureo. El silencio, la complacencia. «Sois mejores», «sois mucho más inteligentes, sólo por ser hombres». Imaginemos la reacción que tendríamos los varones si en una comida con colegas, femeninos y masculinos, alguien soltara semejante chorrada, y lo dijera en serio.

  4. maigr3t

    I guessed that if you were to post the position here, the solution should be impressive. And I could hardly see any movement more impressive than the white king narrowly escaping a mate while offering the rook. However I didn’t check the solution after 2 Kh2. No time, no willing to, no ELO to do that.

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